Quizá sí

Aunque no brille el sol a la gente le da igual. Ellos se bañan, salpican al que entra despacio mientras piensa hasta que parte del cuerpo se meterá, o caminan por la orilla de punta a punta. 
Los que pasan de todo esto se entretienen con las espaldas de sus parejas a la caza de puntos negros como auténticos exploradores. 

Delante de mí, una señora, a la que solo le falta una cantimplora y un machete, rastrea la enorme espalda de su marido. Aquí, uno. Y apretaba hasta que toda esa grasilla oscura sale hacia fuera. 
He pensado que yo también tengo que tener de esos granitos negros, pero los míos son invisibles y por eso nadie los ve. Si alguien lograra  verlos, y los explotara, de la explosión saldrían todos mis defectos, negros claro, mis malos pensamientos y mis malas acciones que me siguen a donde quiera que vaya. Como de niña cuando le puse una papa caliente a mi hermana en la entrepierna, o cuando le clave un alfiler a mi madre en el pie. Es para ver que se siente. Y cuando le dije que no para luego quererle tres años más tarde. Por todos esos puntos negros se me caen las galletas de la boca al suelo cuando me muero de hambre o las ramas de las palmeras de la playa me dan azotes con el viento. Quizá ellas sí me los vean y lo que intentan es explotármelos. 
Quizás. 

#Auroraysumundo

2 comentarios:

  1. Estoy necesito inspiración, entonces yo navegué el Internet y encontré tu blog. Leí su artículo, y wow realmente me inspiro en absoluto. Gracias por compartir esta información interesante como

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